Una iniciativa en código abierto pretende fabricar prótesis económicas para niños gracias a la impresión 3D. La tecnología y la solidaridad pueden cambiar la vida de miles de personas.
¿Puede la impresión 3D cambiar la vida de cientos de niños en el mundo? La respuesta la podría ofrecer e-Nable, un grupo de 1.500 personas que trabajan diseñando y desarrollando prótesis económicas para los más pequeños. Esta iniciativa nace fruto de la colaboración de ingenieros, estudiantes, artistas y escritores, que han unido sus fuerzas para imprimir prótesis en 3D que cuesten menos de 50 dólares.
Sus diseños se realizan en código abierto, con el objetivo de que cualquier persona pueda descargarse los diseños desde cualquier zona del mundo, y así fabricar prótesis de manos para niños. La idea es abaratar al máximo la producción de estas piezas, que pueden sustituir las extremidades de personas que hayan sufrido algún accidente o enfermedad, y deban utilizar estas prótesis.
Algunos de los diseños creados por e-Nable están recubiertos de cuero, otros son de plástico fabricado a partir de impresión 3D. En todos los casos la finalidad es la misma: adaptar la prótesis según las necesidades del niño, y hacer que su precio no sea muy superior a lo que valen los propios materiales. Por este motivo, las manos artificiales tienen un coste que oscila entre los 20 y los 50 dólares.
Las prótesis ideadas por e-Nable han sido evaluadas por investigadores de la Universidad Creighton, aunque actualmente buscan voluntarios para examinar la eficacia y seguridad de estos sistemas. Cualquier persona que desee fabricar una prótesis infantil, puede hacerlo desde su propia casa. Para ello es necesario contar con una impresora 3D y elegir entre algunos de los diseños que proponen desde e-Nable.
Algunas de estas prótesis ya han cambiado la vida de niños que habían sufrido algún accidente.
La idea de las prótesis infantiles impresas en 3D surgió de Ivan Owen y Richard Van As, que colaboraron conjuntamente para diseñar una mano artificial para un niño de Sudáfrica. Posteriormente, decidieron compartir su trabajo en abierto y así empezó a evolucionar una comunidad que demuestra el potencial de la impresión 3D, pero sobre todo el de la solidaridad humana.
Fuente: Think Big
Imágenes: e-Nable